Hoy me ratifico en lo que tantas veces he pensado y constatado en mi práctica educativa con relación a los libros de texto, en general y desde el contexto de una escuela rural.
Hechos desde una mentalidad urbana,desde la cultura dominante y desde el concepto de normalidad, entendido como lo que predomina, dejan fuera lo que es diferente y la riqueza cultural de otras realidades porque son minoritarias. Este enfoque hace que nos encontremos con propuestas como la de contar semáforos en un pueblo pequeño, donde no existen, o la de unir las profesiones de un Centro educativo con los objetos o instrumentos que usan el conserje, la cocinera…
En las aulas unitarias no hay conserje ni cocinera, ni gimnasio, pero tenemos la suerte de conocer a los vecinos y de saber cómo se llaman. Podemos salir a observar los cambios de los árboles en las diferentes estaciones y oler y escuchar a los árboles. A veces aprendemos de personas del pueblo que nos cuentan cosas interesantes que no vienen en los libros.
Por las mañanas, ahora en otoño, vemos las gotas pequeñas de rocío que hay en las hojas caídas de los árboles y cuando cogemos las hojas y las tiramos a lo alto o nos las tiramos unos a otros, vivimos una experiencia bastante más divertida que la de contar semáforos. ¡Menos mal que no tenemos que hacerlo! Podemos estudiar muchos animales a partir de la observación. Y además usamos libros y los valoramos, hasta el punto de que la biblioteca del aula está abierta al pueblo. Prestamos libros a las personas que quieren usar la biblioteca y, en algunos casos, llevamos una mochila «viajera» a las que tienen dificultad para venir a la escuela.
Y cambiando de tema, y esto no es sólo de la escuela rural,quiero referirme a las referencias a la familia que a veces aparecen en algunos textos, sobre todo de iniciación a la lectoescritura:
«Mi mamá me ama»… cuando a veces en la familia no hay mamá; «mamá ama a papá» o » papá ama a mamá» cuando hay familias reales, quiero decir que existen en realidad, donde ni mamá ama a papá ni papá ama a mamá.Y los niños tienen que hacer el esfuerzo de descifrarlo (cuando están aprendiendo a leer) para descubrir que lo que dice el libro (y la profesora ratifica al dárselo para que lea) no es verdad.