Día 4 de octubre de 2011
Hoy no es el día de Daniela. Viene a la escuela un poco mimosa y quiere que su madre entre con ella a clase.
Cuando entra, le pregunto si quiere ser ella la mamá y yo la hija, como me sugirió un día, ¡ Hoy quiere que yo sea la mamá!
Cuando ya está más tranquila, cambia los roles, ella se convierte en mamá y me llama hija.
Está recortando y se da un pequeño pellizco con las tijeras en un dedo. ¡Otra vez necesita mimos y el “cura sana , culito de manzana…” que le encanta.
En un momento, Miguel quiere ayudarla a encajar las piezas del juego que está haciendo.
– ¡Ahí no va! Dice Miguel y luego: Sí, sí, sí… ahí va . Daniela dice:
– ¡No me ayudes!
Es frecuente que entre los niños surja la ayuda espontánea, aunque a veces ante una petición de alguno, dependiendo de lo que están haciendo ( que les guste más o menos) y de lo que suponga ayudar al compañero, prefieran seguir a lo suyo. En estos momentos, aunque lo entiendo estupendamente, procuro “mediar” y no siempre es fácil.
Hoy por la mañana hemos tenido dos visitas. ¡Bueno tres! Un técnico de la Compañía del Teléfono, unos compañeros de un Sindicato profesional y…un gato que ha entrado a clase dos veces. ¡En cuanto ha visto la puerta abierta! No ha sido fácil echarle. Por si yo pensaba hacerle algo, que no estaba en mi intención, los niños se han encargado de decirme. ¡No le pegues!
Vanesa decía que el gato tenía sed y Vega que también tendría hambre. Cuando he querido darme cuenta ya le habían puesto un recipiente con agua en el patio de la escuela. “ Ya me imagino que sabéis que hay que lavar el recipiente y lavarse las manos” les he dicho. Y pienso para mis adentros: Como le hagamos caso, tenemos gato para rato.
Estamos trabajando en Plástica, cada uno en una actividad, según su ritmo. Vienen los del Sindicato. Estoy hablando con ellos y cuando llega la hora de recoger, recogen tranquilamente lo suyo y las láminas de vocabulario que yo estaba usando con Daniela. Los compañeros se sorprenden de la actuación de los chavales.
Ha pasado un mes. Creo que he aprendido cómo actuar con Daniela, con paciencia y sin tensión, para que haga lo que tiene que hacer. Me parece que ella también ha aprendido a situarse.
Seguimos trabajando el asumir lo que tiene que hacer. En un momento dado, me ha oído decir no, en una frase que ahora no recuerdo, pero con un significado distinto al que yo estoy intentando trabajar con ella y me ha dicho: ¿ Se dice no?
Yo le he contestado:
– ¡No!
-Pues tú has dicho NO.
Trato de explicárselo, pero no sé qué habrá entendido. Le pongo ejemplos. Si yo te pregunto: Daniela ¿tienes frío? puedes decir no. Si digo: ¿ has desayunado? dirás sí.
Ahora va a pegar lo que ha estado recortando y le digo que traiga el pegamento.
-¿ El de todos?
-Sí.
(El otro día el pegamento era suyo, porque “me lo ha comprado mi papá”) ¿Irá entendiendo que el material es compartido y que es de todos, aunque se lo haya comprado su papá y que la mesa “suya” la pueden usar otros compañeros?
Trabajo con Miguel y decido que hay ejercicios que los vamos a hacer orales, como repaso y refuerzo porque sé que los entiende y que no me parece lo mejor estar todo el tiempo copiando preguntas del libro y contestando. Sé que en muchas aulas se hace, pero me pregunto qué pasaría si a nosotros, adultos, nos hicieran eso todos los días, en casi todas las áreas. Pienso que el libro de texto es una herramienta, no la única ni la más importante y que no es obligatorio hacer todas las actividades. Esto supone buscar otros recursos, hacer otras propuestas, integrar las Nuevas Tecnologías en la actividad diaria, no en momentos puntuales en las Aulas de Informática. Me atrevo a afirmar que ese no es el espíritu de las TIC, ni cuando se iniciaron ni ahora, aunque a veces es lo que se hace.
Al terminar de trabajar conmigo, Miguel se va al ordenador a seguir con las descripciones de su padre, su madre y su hermano, para hacer después el libro de su familia.
Vega sigue con los autodictados como repaso de los distintos fonemas, para afianzar lo que trabajó el curso pasado. Ya sabe leer. Hoy repasa el fonema t y después lee conmigo