Hoy hemos tenido la suerte de aprender cosas que no están en los libros o están de una manera distinta a cómo las hemos visto y aprendido. Además no ha sido nuestra maestra la que nos las ha enseñado, sino Javi. Casi por casualidad, Vicen se ha encontrado con él ¡y con unas setas de cardo! y ahí ha empezado todo…Poned atención, leed y sabréis qué ha pasado.
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¡Hola! : Como cualquier persona de La Torre, un jueves de mediados de Octubre, me preparé y organicé para preparar mi día, en torno a la actividad principal: la visita al médico. Todo transcurría según la rutina general (consulta, recetas, saludos y comentarios de los asistentes) hasta que Vicen, que había soportado las colas y comentarios del público en general, se fijó en que estaba cortando unas setas de cardo, inesperadas e insólitas que crecían casi en la puerta de mi casa.
La vocación didáctica de Vicen apareció de inmediato, y la propuesta fue simple: ¿te importa que traiga a los niños, para que vean el crecimiento de las setas? Puede ser esta tarde a la hora que te venga bien.
El horario de la escuela y las pocas obligaciones que tengo en el día, no cuadraban demasiado bien si quería comer caliente, pero como Vicen me cae bien y los niños mejor, me encontré diciéndole: “cuando queráis”, de la forma mas convincente posible.
Llegaron a las tres y pico de la tarde, justo cuando estaba recalentando una sopa de cocido con garbanzos. Los alumnos son pocos pero se les nota cuando llegan. Apagué el fuego, y salí para afuera con la sana intención de cortar una seta, explicarles que no hay que arrancarlas sino cortarlas para no perjudicar a su reproducción, y dármelas de experto con cuatro conceptos básicos.
“Sorpresa inesperada”: silencio absoluto durante la explicación y miradas expectantes esperando algo más.
Vicen ya les había dado los conceptos básicos para su comprensión, y ellos sabían de qué les estaba hablando: organismos, parásitos en plantas vivas, esporas, filamentos, etc. ¡Sabían más que yo!
Me encantó. Sin darme cuenta me encontré cortando pedúnculos para demostrarles que eran esponjosos y no tenían canales de savia; lo que relacionaron de inmediato con lo que habían estudiado: que las plantas fabrican su propio alimento; y algo más encantador: a pesar de la diferencia de edades en los pocos alumnos de esta escuela, todos en distintos niveles, tenían un punto de curiosidad e interés, que sin querer me obligó a explicar ó a intentarlo, el crecimiento del tronco del árbol del que se alimentaba la seta de cardo,
la alimentación por abono de los tomates, (que no se por qué salieron en la conversación, quizá, porque yo quería decir algo más ),el compost como abono, el por qué de podar las parras, qué significan los anillos de los árboles, los distintos tipos de semillas, que, por cierto, estuvimos buscando y de algunas de ellas sacamos el fruto fresco.
Tuvimos mucha suerte y encontramos algunas de ellas comidas y defecadas por los pájaros.
En ese momento, para mi sorpresa y mayor trabajo de la maestra, nos encontramos dando una vuelta por el pueblo, identificando especies de árboles, buscando nidos de pájaros (siempre sin crías) y oyendo hablar a los árboles (una conexión con cuentos de mitología celta)
¡ Vicen tampoco había oído hablar a los árboles!,
Esta experiencia, tanto a los niños como a mí, nos dejó con una sensación de plenitud y satisfacción que hace tiempo no experimentaba.
No es mi intención “pontificar”, y los consejos… para quién los pida, pero ahí va uno gratuito: “Si un día la maestra os pide que expliquéis algo a los niños que a vosotros por vuestra actividad cotidiana os parece tan normal y común que no le veis el interés, decid que sí por egoísmo. ¡ No sabéis lo bien que os lo vais a pasar!.”
Javier Gómez
Macarena dice que lo que más le gustó es que mientras Javi nos lo estaba explicando, nos miraba a la cara. A Isabel lo que más le gustó fue lo del nido. A Miguel la actividad le pareció muy divertida y le gustaría que hubiera más actividades como ésta.
TE DAMOS LAS GRACIAS JAVI.