Nosotros podemos disfrutar de lo que tenemos en nuestro pueblo. La primavera ya ha llegado a La torre. Los árboles florecen, las cigüeñas vuelan por encima de nosotros, los perros ladran y corren por los parques, el aroma de los alhelíes nos alegra, el olor a pino nos gusta. Ya están naciendo los tulipanes, la manzanilla, las flores de la enredadera. Los rosales tienen brotes.Huele a tomillo, a romero y a hierbabuena.Ya vemos avispas, moscas, moscardones, hormigas, lagartijas…
Hace unos días nos llevamos a casa una lectura: Carta del Jefe Indio Seattle, para leerla con alguien de nuestra familia. En clase dijimos qué nos había parecido.Hoy la hemos leído todos juntos y la hemos comentado.Luego, cada uno en su hoja, ha subrayado las frases que más le gustan para luego ponerlas en el blog.Podéis leer lo que hemos seleccionado.
Vega, Miguel, Gabriel, Vanesa y Diego
De la carta del Jefe indio
» Esta tierra es sagrada para mi pueblo.
Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo.
Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas.
Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos.
El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados.
Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo.
El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos.
El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre.
Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos.
Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir.
Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra»