A partir del poema «Vendo nubes de colores» de Rafael Alberti, los alumnos y alumnas crearon «sus propias ventas» imitando al poeta. Jugando con las sílabas y las palabras y con la medida de los versos, llegaron a crear poemas octosílabos, en los que en muchos casos aparecen unidos los nombres con sus correspondientes adjetivos.
Pregón
¡Vendo nubes de colores:
las redondas, coloradas,
para endulzar los calores!
¡Vendo los cirros morados
y rosas, las alboradas,
los crepúsculos dorados!
¡El amarillo lucero,
cogido a la verde rama
del celeste duraznero!
¡Vendo la nieve, la llama
y el canto del pregonero!
Cristina vendía (además de nubes de colores): la nieve amarilla, castañas marrones, carteles azules, cojines dorados y botes de madera.
Otras ventas «curiosas» son las de Juanjo. ¿Que qué vende? Huevos que están rotos, manzanas con bicho y chopos por dos piñas. Lorena también pregona lo que vende.
Y no menos sorprendentes son las naranjas podridas, los estuches quemados, unos camiones rotos y las ratas muy rojas de Angel. Lo curioso es que consiguen versos octosílabos.
Teresa también lo expresa en su texto breve, acompañado de nubes de distintos colores.